Articulo del periodico Ideal de Granada. Leed y opinad.
"Gene Wilford Hathorn Jr., condenado a muerte en el estado de Texas por haber asesinado a tiros a su padre, a su madrastra y a su hermanastro en octubre de 1984, servirá para alimentar a 300 carpas en un acuario gigante instalado en una galería de Nueva York por el artista Marco Evaristti.
Gene Hathorn lleva 24 años y medio en el corredor de la muerte del presidio de Huntsville (Texas) donde su cómplice en el triple homicidio, James Lee Beathard, fue ejecutado mediante una inyección letal el 9 de diciembre de 1999.
En la actualidad, Hathorn está a la espera del veredicto de un último recurso de apelación. De no prosperar, Gene Hathorn será también ejecutado mediante la inyección en su organismo de tres compuestos químicos distintos.
En su testamento ha dispuesto ya que su cuerpo sea entregado al artista chileno afincado en Dinamarca Marco Evaristti (Santiago de Chile, 1963).
Evaristti trasladará el cuerpo en avión hasta Alemania, donde, en una empresa especializada, congelará el cuerpo de Hathorn hasta convertirlo en un frágil bloque de hielo seco. Tras triturarlo, prevé que pequeños fragmentos del cadáver del asesino sean utilizados por los visitantes a una muestra contra la pena capital instalada en Nueva York.
Con ellos alimentarán a 300 carpas doradas contenidas en un acuario gigante. Marco Evaristti conversó con IDEAL desde su casa en Aalborg (Dinamarca) antes de salir de viaje para Bangkok, donde pasa cinco días cada mes en su taller de escultura en bronce. «Mi relación con Gene es íntima.
Todo lo íntima que permiten mis turnos de visita: cuatro horas durante dos días cada dos meses. Hablamos de su vida, de la cárcel, le cuento lo que pasa fuera, mis trabajos... Ahora no tiene derecho a leer y sólo puede escuchar la BBC de 5.00 a 5.30 de la tarde. Es muy inteligente, una biblioteca andante. Yo soy su única ventana al mundo. Está encerrado en vida, lo han convertido en un animal», explica este chileno educado en Israel. «Nuestro primer contacto fue por correo.
Hace unos años organicé una exposición. Metí peces dorados dentro de batidoras. El espectador decidía si apretaba el botón o no; los visitantes tenían el poder sobre la vida o la muerte de los peces. Recibí muchas críticas que me llamaron asesino, que me criticaban por ajusticiar animales. Decidí convertirme en un artista que alimenta peces. Me interesé por la pena de muerte.
Así me enteré del caso de Hathorn. La primera vez que nos vimos tras el cristal, me eché a llorar. Le ví atado con cadenas de pies y manos, dentro de su mameluco naranja. Le dije que no podía estar con él, que me destrozaba verle así. Me respondió: 'Mario, no te preocupes, te entiendo. Me alegra conocerte'. Ahora almorzamos juntos, hablamos -a través del teléfono, claro- y me cuenta su vida antes de la cárcel, su niñez...».
Gene Hathorn se declara «no inocente» y reconoce su participación en el triple asesinato de sus familiares para hacerse con los 150.000 dólares de una herencia. Hathorn y su cómplice usaron una pistola 380 y un minirrifle Ruger del calibre 14 con los que dispararon, hasta causarles la muerte, contra Gene Hathorn senior (45 años), Linda Sue Hathorn (35) y Marcus Hathorn (14). Los tres se encontraban en el interior de la autocaravana donde vivían.
«Mi primera idea -dice el provocador artista chileno- fue diseñar ropa para que fuera usada por los presos durante las ejecuciones. Una ropa decente, moderna. La pena de muerte es tan brutal, tan primitiva... había que hacerla más sofisticada, más delicada. Matar, sí, pero con estilo. Diseñé 40 vestidos muy llamativos. Al tratar de entregarlos descubrí que la Justica de Estados Unidos trata los cadáveres de los ejecutados como desperdicios humanos. Decidí reciclar los cuerpos. Hay presos que donan sus cuerpos a la ciencia. Yo pretendo hacer un experimento artístico. Gene Hathorn aceptó cuando le presenté la propuesta.
Así consta en su testamento, y deberán respetarlo, porque es su última voluntad», señala Evaristti.La violencia, la muerte, es un tema recurrente en sus obras. Hace unos años Evaristti, que ha sufrido dos graves accidentes de tráfico, presentó un Ferrari con un «finado» dentro. En otra controvertida decisión artística se hizo una liposucción y, con la grasa obtenida y carne, preparó unas albóndigas que cocinó y se comió en un 'happening'. El resto las envasó con la etiqueta 'Cómeme, soy arte'. Las latas de 'Polpette al grasso di Marco', como bautizó al plato elaborado a partir de su propio cuerpo, se vendieron a 3.000 euros. «Estados Unidos va a asesinar a un ser viviente, sano e inteligente.
Es un tema mucho más delicado que convertir basura en alimento para peces», protesta Evaristti. «Él se declara 'no inocente' y está de acuerdo con ser castigado de por vida. Dice que se merece ser enterrado en la cárcel, pero no asesinado por el Gobierno estatal.
La pena de muerte es demasiado primitiva y medieval. Los artistas debemos reflexionar sobre esto. Preguntarnos por los principios que rigen nuestras vidas», apunta el artista.Como primer paso, y a la espera de la apelación judicial, Evaristti construye en Nueva York un acuario de tres metros de longitud donde alojará unos 300 peces dorados.
Un reloj digital, situado en el espacio delantero de la instalación, irá contando las horas que el convicto ha pasado en el corredor de la muerte, unas 214.560, según las estimaciones de Mario Evaristti. «El acuario, donde meteré también peces dorados, se convertirá en un cementerio. Hathorn lleva miles de horas esperando a que lo maten.
Ahora, cientos de peces van a morir si no se les alimenta con el cadáver de Gene Hathorn. A ver si lo matan para salvar a los pescados. Ha sido torturado durante casi 25 años. ¿Cuánto tiempo más va tener que estar esperando?».
Marco Evaristti es un artista controvertido. Intentó pintar de rojo los Alpes, fagocita su grasa con miras artísticas, denuncia que las sustancias químicas que se emplean en las ejecuciones por inyección letal en Estados Unidos «fueron inventadas por los nazis» y se fotografía remedando a un Cristo sometido a una felación por una mujer desnuda con la cabeza cubierta por un velo islámico. «Tengo todo el derecho a crear lo que se me ocurre», se defiende.
El mes pasado, sus diseños para presos condenados a muerte y bautizados como 'The last fashion' (La última moda), fueron presentados en la Semana de la Moda de Copenhague. Marco Evaristti estudió en Israel y Chile y se formó como artista en la Real Academia de las Artes de Dinamarca, país en el que reside desde 1980. Está casado y tiene dos hijos. «No soy chileno ni danés. Soy de todas partes. Al final, todos somos poco más que monos con el intelecto desarrollado», ha declarado el artista.La única imagen reciente conocida de Gene Hathorn es el retrato que se reproduce en estas páginas. Fue realizado de memoria por Evaristti tras sus visitas al condenado. En el corredor de la muerte está prohibido tomar fotografías.
"Gene Wilford Hathorn Jr., condenado a muerte en el estado de Texas por haber asesinado a tiros a su padre, a su madrastra y a su hermanastro en octubre de 1984, servirá para alimentar a 300 carpas en un acuario gigante instalado en una galería de Nueva York por el artista Marco Evaristti.
Gene Hathorn lleva 24 años y medio en el corredor de la muerte del presidio de Huntsville (Texas) donde su cómplice en el triple homicidio, James Lee Beathard, fue ejecutado mediante una inyección letal el 9 de diciembre de 1999.
En la actualidad, Hathorn está a la espera del veredicto de un último recurso de apelación. De no prosperar, Gene Hathorn será también ejecutado mediante la inyección en su organismo de tres compuestos químicos distintos.
En su testamento ha dispuesto ya que su cuerpo sea entregado al artista chileno afincado en Dinamarca Marco Evaristti (Santiago de Chile, 1963).
Evaristti trasladará el cuerpo en avión hasta Alemania, donde, en una empresa especializada, congelará el cuerpo de Hathorn hasta convertirlo en un frágil bloque de hielo seco. Tras triturarlo, prevé que pequeños fragmentos del cadáver del asesino sean utilizados por los visitantes a una muestra contra la pena capital instalada en Nueva York.
Con ellos alimentarán a 300 carpas doradas contenidas en un acuario gigante. Marco Evaristti conversó con IDEAL desde su casa en Aalborg (Dinamarca) antes de salir de viaje para Bangkok, donde pasa cinco días cada mes en su taller de escultura en bronce. «Mi relación con Gene es íntima.
Todo lo íntima que permiten mis turnos de visita: cuatro horas durante dos días cada dos meses. Hablamos de su vida, de la cárcel, le cuento lo que pasa fuera, mis trabajos... Ahora no tiene derecho a leer y sólo puede escuchar la BBC de 5.00 a 5.30 de la tarde. Es muy inteligente, una biblioteca andante. Yo soy su única ventana al mundo. Está encerrado en vida, lo han convertido en un animal», explica este chileno educado en Israel. «Nuestro primer contacto fue por correo.
Hace unos años organicé una exposición. Metí peces dorados dentro de batidoras. El espectador decidía si apretaba el botón o no; los visitantes tenían el poder sobre la vida o la muerte de los peces. Recibí muchas críticas que me llamaron asesino, que me criticaban por ajusticiar animales. Decidí convertirme en un artista que alimenta peces. Me interesé por la pena de muerte.
Así me enteré del caso de Hathorn. La primera vez que nos vimos tras el cristal, me eché a llorar. Le ví atado con cadenas de pies y manos, dentro de su mameluco naranja. Le dije que no podía estar con él, que me destrozaba verle así. Me respondió: 'Mario, no te preocupes, te entiendo. Me alegra conocerte'. Ahora almorzamos juntos, hablamos -a través del teléfono, claro- y me cuenta su vida antes de la cárcel, su niñez...».
Gene Hathorn se declara «no inocente» y reconoce su participación en el triple asesinato de sus familiares para hacerse con los 150.000 dólares de una herencia. Hathorn y su cómplice usaron una pistola 380 y un minirrifle Ruger del calibre 14 con los que dispararon, hasta causarles la muerte, contra Gene Hathorn senior (45 años), Linda Sue Hathorn (35) y Marcus Hathorn (14). Los tres se encontraban en el interior de la autocaravana donde vivían.
«Mi primera idea -dice el provocador artista chileno- fue diseñar ropa para que fuera usada por los presos durante las ejecuciones. Una ropa decente, moderna. La pena de muerte es tan brutal, tan primitiva... había que hacerla más sofisticada, más delicada. Matar, sí, pero con estilo. Diseñé 40 vestidos muy llamativos. Al tratar de entregarlos descubrí que la Justica de Estados Unidos trata los cadáveres de los ejecutados como desperdicios humanos. Decidí reciclar los cuerpos. Hay presos que donan sus cuerpos a la ciencia. Yo pretendo hacer un experimento artístico. Gene Hathorn aceptó cuando le presenté la propuesta.
Así consta en su testamento, y deberán respetarlo, porque es su última voluntad», señala Evaristti.La violencia, la muerte, es un tema recurrente en sus obras. Hace unos años Evaristti, que ha sufrido dos graves accidentes de tráfico, presentó un Ferrari con un «finado» dentro. En otra controvertida decisión artística se hizo una liposucción y, con la grasa obtenida y carne, preparó unas albóndigas que cocinó y se comió en un 'happening'. El resto las envasó con la etiqueta 'Cómeme, soy arte'. Las latas de 'Polpette al grasso di Marco', como bautizó al plato elaborado a partir de su propio cuerpo, se vendieron a 3.000 euros. «Estados Unidos va a asesinar a un ser viviente, sano e inteligente.
Es un tema mucho más delicado que convertir basura en alimento para peces», protesta Evaristti. «Él se declara 'no inocente' y está de acuerdo con ser castigado de por vida. Dice que se merece ser enterrado en la cárcel, pero no asesinado por el Gobierno estatal.
La pena de muerte es demasiado primitiva y medieval. Los artistas debemos reflexionar sobre esto. Preguntarnos por los principios que rigen nuestras vidas», apunta el artista.Como primer paso, y a la espera de la apelación judicial, Evaristti construye en Nueva York un acuario de tres metros de longitud donde alojará unos 300 peces dorados.
Un reloj digital, situado en el espacio delantero de la instalación, irá contando las horas que el convicto ha pasado en el corredor de la muerte, unas 214.560, según las estimaciones de Mario Evaristti. «El acuario, donde meteré también peces dorados, se convertirá en un cementerio. Hathorn lleva miles de horas esperando a que lo maten.
Ahora, cientos de peces van a morir si no se les alimenta con el cadáver de Gene Hathorn. A ver si lo matan para salvar a los pescados. Ha sido torturado durante casi 25 años. ¿Cuánto tiempo más va tener que estar esperando?».
Marco Evaristti es un artista controvertido. Intentó pintar de rojo los Alpes, fagocita su grasa con miras artísticas, denuncia que las sustancias químicas que se emplean en las ejecuciones por inyección letal en Estados Unidos «fueron inventadas por los nazis» y se fotografía remedando a un Cristo sometido a una felación por una mujer desnuda con la cabeza cubierta por un velo islámico. «Tengo todo el derecho a crear lo que se me ocurre», se defiende.
El mes pasado, sus diseños para presos condenados a muerte y bautizados como 'The last fashion' (La última moda), fueron presentados en la Semana de la Moda de Copenhague. Marco Evaristti estudió en Israel y Chile y se formó como artista en la Real Academia de las Artes de Dinamarca, país en el que reside desde 1980. Está casado y tiene dos hijos. «No soy chileno ni danés. Soy de todas partes. Al final, todos somos poco más que monos con el intelecto desarrollado», ha declarado el artista.La única imagen reciente conocida de Gene Hathorn es el retrato que se reproduce en estas páginas. Fue realizado de memoria por Evaristti tras sus visitas al condenado. En el corredor de la muerte está prohibido tomar fotografías.