lunes, 14 de diciembre de 2009

APPETITUS INORDITATUS DELECTATIONIS VENERAE O LA CONDENA DEL EROTOMANO


Hoy debido a las bajas temperaturas que estamos sufriendo en Granada y a que la calefacción de Bellas Artes se ha dado una vez mas de baja (como habitualmente ocurre cuando viene una ola de frío). He decidido tener una tarde de cine en la cama, y después de ver una película que trataba sobre el síndrome de Clerambault , me picó la curiosidad e indague un poquito mas en esta curiosa"enfermedad" , aunque no este totalmente de acuerdo con esa etiqueta.
La Erotomanía o Síndrome de Clérambault podríamos definirlo coloquialmente, como un trastorno puramente romántico, en el que una persona se llega a enamorar exageradamente de otra que no le corresponde.
Se trata de un trastorno mental en el que una persona mantiene la creencia ilusoria de que otra persona, generalmente de un estatus social superior, está enamorada de ella. A través de sutiles métodos, como la posición del cuerpo, el orden de objetos en una casa, o simplemente, los gestos y la manera de expresarse, quien la padece llega a creer que es el otro quien está enamorado de él y lo considera iniciador de esa relación ficticia. Cree intransigentemente en que es necesitado por el otro para poder vivir, y si recibe una respuesta negativa, argumenta que se debe a que la otra persona aún no sabe que posee sentimientos extremadamente pasionales que pronto estallarán.

El primer caso científicamente estudiado fue el de una mujer francesa poco después de la Primera Guerra Mundial cuyo objeto de amor era el rey Jorge V.
Dicha mujer había viajado a Inglaterra varias veces con la sola intención de apostarse ante las verjas del palacio de Buckingham con la esperanza de vislumbrar al rey.
Estaba convencida de que toda la sociedad londinense comentaba sus amores con el rey, que estaba muy afectado. Cuando en una de sus visitas no encontró alojamiento en ningún hotel, creyó que el rey había utilizado su influencia para impedir su estancia en Londres. La única certeza que tenía, era que el rey la amaba.
Ella lo quería a su vez, pero estaba amargamente resentida con él. Él la rechazaba, pero no dejaba de darle esperanzas. Le enviaba señales que sólo ella sabía interpretar, dándole a entender que por muy inconveniente, por violento e inadecuado que fuese, la amaba y siempre la querría. Se servía de las cortinas del palacio de Buckingham para comunicarse con ella. El psiquiatra que la trató definió su triste y agrio amor como un síndrome, dando su propio nombre a aquella pasión morbosa. De Clérambault.


Normalmente nos alaga recibir las atenciones y el flirteo de alguien del sexo contrario, nos sentimos cortejados, deseados...vulgarmente hablando, nos agrada (aunque algunas veces nos cueste reconocerlo) estar en el mercado.
Sin embargo, nuestra reacción es otra, si en vez de encontrarnos frente a esto, nos damos cuenta de que la persona no solo se ha tatuado nuestro nombre, sino que también tiene cuatro camisetas con nuestra foto, vídeos no autorizados de nosotros entrando y saliendo de nuestra casa, el emboltorio de la pechuga de pollo que cenamos anoche, y nuestro nombre hecho con los desperdicios de su sacapuntas.

De una manera u otra, la humanidad todavía no ha logrado certificar si el amor verdaderamente existe o si es simplemente una reacción química en el cerebro.
Aun así, el hecho es que existen demasiadas personas, (entre las que me incluyo) que han llegado a realizar verdaderas locuras por razones que a veces resultan incomprensibles. Esto significa, en otras palabras, que la empatía no es posible en cuanto se refiere a entender ciertos sentimientos ajenos.

Un caso cercano en el tiempo, es el de John Hinckley Jr. loco de amor por la actriz Jodie Foster. Hinckley, después de haber visto la película Taxi Driver, sufría de una extrema obsesión por la actriz, que en el film interpretaba a una prostituta de 12 años.Cierto día, con el fin de impresionar a Foster y establecer su figura en un nivel donde todos lo recordarían, disparó 6 tiros contra el presidente Reagan cuando éste salía de un hotel.

El hecho de que el síndrome de Clerámbault sea un trastorno puramente emocional, convierte a la erotomanía en un difícil desafío de resolver para los propios médicos. Dicho de otra forma, el psiquiatra debe de desenamorar al paciente.
En la mayoría de los casos siempre se obtiene un fracaso como resultado y los pacientes, que no se curan, viven encerrados hasta el resto de sus días. En consecuencia, las instituciones asumen otra función: la de alejar al paciente de la sociedad para prevenir que cometa alguna locura contra el orden público asemejándose totalmente a una prisión y condenando a los "románticos" por cometer un terrible crimen : enamorarse... de una forma, un tanto insana.

Estas personas presentan tan alto nivel de locura y convicción que ni los mejores oradores pueden convencerlos de lo contrario. La tarea del médico es nula, y la permanencia de estas personas recluidas en los centros es confusa.
Las normas y moral impuestas por la sociedad "civilizada" no propician una solución al hecho. La manera en que vivimos o sobrevivimos, la forma en que nuestros apetitos, deseos, amores, ambiciones se sostienen en objetos y espacios materiales (en este caso, las clínicas psiquiátricas) no dan una salida concreta a este problema. La erotomanía es la lucha constante por algo que no se consigue.

Probablemente, el único remedio posible para los erotómanos sea el mismo paso del tiempo...
¿y existe algo que no cure el tiempo?

2 comentarios:

Olga dijo...

Qué interesante y bonita entrada, Rocío.

norte dijo...

Muchas gracias preciosidad, este sin dudarlo es uno de mis síndromes favoritos :)
Si te digo la verdad, ultimamente me cuesta bastante creer que lo que escriba, dibuje, fotografie... pueda resultar interesante a alguien y me resulta alagador que encima sea a alguien como tu.
Supongo estoy pasando una de esas épocas en las que un mínimo temblor de suelo me puede parecer un terremoto, aunque únicamente lo que unico que ocurra es que vivo al lado de las vías del tren.
A lo tonto a lo tonto acabo de resumir mi ultimo mes y medio en la ultima frase...

Necesito sorprenderme o en su defecto que me sorprendan... solo eso.
Un enorme beso.