
Siempre me han fascinado ciertos síndromes que se dan en el ser humano y a los que la ciencia intenta clasificar de la mejor forma posible, sin aun saber en algunos casos su causa u origen. Relacionado con el mundo del arte nos encontramos con el de una forma u otra "romántico" síndrome de Stendhal.
Hace unos días, una visitante del museo del Louvre, donde se aloja el conocidísimo cuadro de Da Vinci, La Mona Lisa, atacó el cuadro lanzándole una taza de café. De todos modos, no pasó nada, ya que, como es de suponer, el cuadro estaba protegido por una especie de armazón blindado, lo que evitó que el cuadro en cuestión sufriese daño alguno.
No es la primera vez que éste cuadro es objetivo de ataques, pero por suerte, siempre ha conseguido salir airoso, debido a las grandísimas medidas de seguridad que rodean a éste cuadro, por su indudable importancia mundial.
Aún se está investigando, pero, tras hacerle test psicológicos a la mujer, se cree que la mujer padece el llamado síndrome de Stendhal.
El síndrome de Stendhal es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a una sobredosis de belleza artística, pinturas y obras maestras del arte.
Tiene esta denominación por el famoso autor francés del siglo XIX Stendhal (seudónimo de Henri-Marie Beyle), quien dio una primera descripción detallada del fenómeno que experimentó en su visita en 1817 a la Basílica de Santa Cruz en Florencia, Italia, y que publicó en Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio.
Aunque ha habido muchos casos de gente que sufría vértigos y desvanecimientos mientras visitaba el arte en Florencia, especialmente en la Galleria degli Uffizi desde el principio del siglo XIX en adelante, no fue descrito como un síndrome hasta 1979, cuando la psiquiatra italiana Graziella Magherini observó y describió más de 100 casos similares entre turistas y visitantes en Florencia, la cuna del Renacimiento, y escribió acerca de él.
El síndrome de Stendhal, más allá de su incidencia clínica como enfermedad psicosomática, se ha convertido en un referente de la reacción romántica ante la acumulación de belleza y la exuberancia del goce artístico.
Ante esto, solo cabe preguntarme como es posible afrontar este síndrome desde una posición objetiva cuando el termino belleza encierra tanta diversidad de opiniones, aunque eso seria entrar en un debate muy largo...
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